Brujas literarias |
El libro Brujas literarias. Una
celebración de escritoras mágicas, de Taisia Kitaiskaia, ha sido para mí la
sorpresa literaria de este año tan duro y extraño, donde he descubierto a
varias autoras que no conocía, y he profundizado en el conocimiento de otras.
Publicado en 2017 e ilustrado por Katy Horan, el libro me parece un océano
lleno de sirenas que nadan sobre las espigadas olas del bello y profundo
subconsciente femenino.
Esta especial guía menciona a 30 brujas
literarias, entre ellas Gertrude Stein, Sylvia Plath o Angela
Carter. Todas ellas tienen una especial capacidad para trascender a la
realidad que nos rodea, el talento de crear una nueva visión que en muchas
ocasiones nos perturba profundamente a los lectores. Ellas te llevan por un
nuevo camino de sentidos y sentimientos, y piensas a veces que te gustaría
tener esa intuición afilada como un cuchillo, para poder desbrozar lo
intangible, de un modo aparentemente tan fácil como lo hacen ellas. Como la poeta rusa Anna Akhmatova que,
bajo la hambruna de Stalin, estaba en una cola para pedir comida: leche, pan,
patatas. Cuando llegó su turno de recoger la comida, la oficial le dio además
un huevo dorado y le dijo: “Tú debes contar nuestra historia”. Anna pudo
escuchar el corazón salvaje de su nación latiendo dentro del huevo, y asumió
como propio el deseo de la oficial. Para Kitaiskaia, “una bruja es una mujer que existe por y para sí misma. Esposa, hermana, madre, virgen, prostituta, todos estos arquetipos están basados en las relaciones que se tienen con los demás. La Bruja, sin embargo, es una mujer que permanece enteramente por sí misma. Ella es una outsider, una mujer que observa las normas sociales desde un privilegiado “afuera”, es un agente de cambio y su regalo es la transformación.” Tres destacadas brujas literarias fueron las hermanas Brontë. Emily, la autora de Cumbres borrascosas, escribió sobre el romance cruel y apasionado. Charlotte creó Jane Eyre, y nos descubrió a una protagonista inteligente, sensible, capaz de amar con todas sus fuerzas. Anne, la pequeña de las tres hermanas, escribió Agnes Gray, basada en su experiencia como institutriz. Las tres trascendieron a los páramos que las rodeaban, a una vida aislada en la casa familiar. Las tres fueron institutrices, que en aquellos tiempos era una profesión dura, permaneciendo siempre en un segundo plano de la vida familiar de los empleadores. Charlotte decía de este trabajo: “No tienes existencia, no eres considerada como un ser vivo y racional”. En el cuadro La institutriz, de Richard Redgrave, (1844), se ilustra muy bien la situación de estas trabajadoras del siglo XIX. La institutriz aparece a la izquierda del cuadro, sentada en la oscuridad, mientras sus alumnas, las niñas de la casa, permanecen en la luz. La poeta Alejandra Pizarnick sólo vivió 36 años. En su lucha contra la depresión, murió por
sobredosis en 1972. Sus padres eran judíos rusos y ella nació en Argentina. Se
educó en ambas culturas, pero escribía sus poemas inspirados por el surrealismo
en español. La poeta atraviesa un papel que tiene en la mano y llega a un
palacio. En el recibidor, una
mujer toca un arpa de papel y se dirige a ella: “Si no te vas ahora, tú también
te convertirás en una muñeca de papel”, así que Alejandra escapa a través de
una puerta de papel que la trae de vuelta a casa. Pizarnick escribió sobre la locura y la muerte, el silencio o la
ausencia. Escribió: La canción de ausencia de las
lilas suena a través de tus propias costillas. Atenta a los sonidos y a las sensaciones, la escritora ha
alcanzado fama internacional y en la actualidad es leída por lectores de todo
el mundo. Otra escritora de las mencionadas en Literary
Witches es Emily Dickinson, considerada hoy en día como una de las
grandes poetas de la lengua inglesa. Dickinson vivió toda su vida en Amherst,
Massachusetts. A partir de los 20 años, prefirió cultivar una vida más íntima,
rechazando la religión convencional y la extenuante vida social de su acomodada
familia. Mantenía una intensa relación epistolar con los amigos, a la vez que
cultivaba el jardín de la mansión familiar, y creó una poesía original sobre
temas universales: Dios, la muerte, el dolor, el amor. Cuando falleció, en
1886, sus familiares se sorprendieron al encontrar su obra poética: casi 1800
poemas cuidadosamente guardados en un cajón. La familia consiguió publicar sus
poemas cuatro años más tarde, y éstos recibieron de la prensa machista de la
época críticas feroces: acusaron a Emily de de delirar y de escribir de un modo
“demasiado femenino”. Menos mal que vino el tiempo para arreglarlo todo: Emily
es una visionaria que atiende a los golpes de intuición que provienen del
futuro, como si la poeta se desdoblara entre la mujer del presente y la mujer
del porvenir. Su poesía es toda una escuela de lo importante, que ha visto
reconocida justamente su lugar en la historia de la literatura universal. Las brujas literarias nos enseñan a estar
atentos a nuestras propias percepciones e intuiciones, a ser consciente de las
señales que iluminan nuestro camino. Nos enseñan a transitar por la vereda de
los sueños, de un modo mucho más libre que antes de haberlas leído. No hay
mejor regalo que, mediante la lectura, y mediante la aventura, te otorguen los
instrumentos para poder soñar mejor. Gracias. Un saludo y hasta pronto. |
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